Están todos apurados

Al par de días de que mi abuela cumpla 90, fuimos a tomar el té a su casa con mi hermana. Charla de una cosa y la otra, terminamos por preguntarle como había hecho para llegar tan bien a los noventa años. Su mente sigue fresca, charlo abiertamente de toda mi vida y cuestiones de la sociedad, diferimos, escuchamos.

Ella nació en el campo donde a la noche no había luz eléctrica así que factores de la naturaleza marcaban el ritmo de vida. Cuando llegó a la ciudad para ser maestra, el compás tranquilo no se perdió. - Están todos apurados- Nos dice. los jóvenes, todos. Quieren todo ya, quieren todo.

Y nos quedamos sin nada. Todo a medias, todo rápido y llamativo, con luces y colores. Todo neurótico, mentirosamente intelectual y open mind. Queremos todas las vidas en una vida y terminamos por tener solo trailers baratos de vidas que no son nuestras. Su mente está tranquila y sana, y espero encontrar los caminos en el laberinto para que mi mente también siga tranquila. Mientras más pasa el tiempo, menos quiero apurarme. Así perdí y pierdo y perderé, apurándome. Me toca leer esta mañana sobre - Personal Bias- y el sistema inmune psicológico. Casualmente a tiempo.

Son las siete de la mañana, me levanto para estudiar, ayer hicimos un buen descenso en las montañas de Chamonix así que mi cuerpo está relajado. La luz entra por la ventana, hay pájaros cantando. Me asomo y veo el bosque silencioso. El vapor del mate. Si me apuro, pierdo. Me acuerdo de esas palabras de la nona. Me emociono.